Posiblemente, también para nosotros hoy, Dios sea Alguien lejano, inaccesible e imposible de seguir. Quizás, un Dios desconocido al que tenemos que pagar nuestras oraciones con sacrificios, promesas y dadivas. Un Dios imposible para muchos.
Esa es la
finalidad y preocupación que tengo y priorizo en mi vida, Señor. Quiero ser
instrumento de tu Palabra, desde mi familia y pasando por todos mis ambientes y
círculos donde transcurre mi vida. Quiero y pretendo - en eso me esfuerzo - de
ser anuncio de tu Palabra y de tu Amor Misericordioso. Sin embargo, reconozco
mi torpeza, mis debilidades y pecados. Ayúdame, Señor, a conseguirlo.
Pero, lo peor no
es la lejanía, sino la no escucha de su Palabra. Y, en consecuencia, el
desconocimiento de su Persona. Ha enviado a su Hijo, nuestro Señor Jesús, para
anunciarnos su Infinito Amor Misericordioso, y nosotros hemos cerrados nuestros
oídos sin prestar atención ni escucha a su Palabra. Y, simplemente, nos gusta
más, hemos convertido su templo en un lugar de culto, de visita, de vernos y de
rutina de cumplimientos sin más consecuencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.