Cuando somos capaces de
amar como nos ama Jesús, nuestro Señor, experimentamos que cada cosa que
hagamos es poco para expresar nuestro amor. Y es que Dios, nuestro Padre, nos ama
inmensamente, hasta el extremo de darnos lo que no nos merecemos.
Lo tuviste María como un
bebe en tus brazos, y ahora crucificado, colocado en tu regazo, lo llenas de
besos. Madre, nuestra espera se llena de esperanza junto a ti, porque son esos
momentos los que fundamentan nuestra fe en la esperanza de la Resurrección.
No es cuestión de cumplimientos ni de normas. Siendo importantes y necesarias no es lo fundamental. Porque, si cumples, pero no amas, de nada vale ese cumplimiento. Mejor, cumples y mientes. Porque, realmente cumplir consiste en amar, y amar consiste en buscar el bien del otro hasta el extremo de comprometer tu vida. Verdaderamente eso fue lo que hizo Jesús, y lo que humildemente quiso expresar María, la hermana de Lázaro.
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