La razón por la que el mundo le da la espalda a
Jesús no es otra que la de ocultar la verdad. Esa verdad que adulteran,
esconden y disimulan para imponer como verdad sus mentiras, sus engaños con los
que satisfacer sus egoísmos.
Me quedo sin palabras ante
el dolor y el desgarro de tus manos, brazos y pies tras ser traspasados por
esos clavos. ¡Señor!, ten piedad de todos nosotros, y danos la sabiduría de
poder comprender tu Infinito Amor y Misericordia.
Y, cuando se vive anclado en la mentira todo vale. De modo que se anteponen mis egoísmos, mis deseos, mis intereses ante todo lo demás, ocultando la verdad y, en consecuencia, la justicia. De tal forma que quienes defiendan la verdad saben que son perseguidos y ponen en peligro sus vidas. Seguir, pues, a Jesús, es camino de cruz y muerte, pero, siempre en la esperanza de, en Él, Resucitar.
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