Nuestra experiencia nos va
descubriendo que la paz que nos ofrece el mundo está fundamentada en el poder,
las riquezas y la fuerza. Una paz que se apoya en el poder de someter a aquel
que no piensa como tú o, al menos, no acepta tus ideas o mandatos.
Señor, dame tu luz para que pueda siempre salir de
mi oscuridad y de la oscuridad con la que el mundo me tienta y trata de
apartarme de Ti. Mi luz, Señor, es casi opaca, necesito la tuya para poder
vencer las tinieblas de este mundo.
La paz de la que nos habla
el Señor, nuestro Señor, está apoyada en Él, Camino, Verdad y Vida. Una paz,
que no se confunde con la resignación ante situaciones injustas, o en
seguridades aceptadas que nos ofrecen privilegios y comodidades. Se trata de
una paz nacida del amor y la misericordia que Él nos regala con su Vida y
Obras. En Él encontramos nuestro modelo y referencia de paz.
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