Estamos
llamados a ser sal y luz, pero no lo conseguiremos actuando por nuestra cuenta,
sino abiertos a la acción del Espíritu Santo. Eso sí, de acuerdo con nuestros talentos
y cualidades, pues no podremos dar dino lo que nos ha sido dado.
María,
primera discípula, y Madre del Señor. Tú que hiciste el camino acompañándole y
aceptando el dolor que compartiste con Él, siendo corredentora junto a tu Hijo,
danos fortaleza ante el dolor y esperanza para hacer junto y como Tú, el
recorrido en tu Hijo Jesús Resucitado hasta el pie de nuestra propia cruz.
Se trata de aceptar y aceptarnos tal y como Dios, nuestro Padre, nos ha pensado y creado. Y desde ahí, humildemente, aceptar nuestra condición humana con uno, dos o tres talentos recibido. Cada cual tendrá su misión y objetivo dependiendo de lo recibido. Es evidente que quien más sal y luz haya recibido, más ha de aportar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.