No es cuestión de quedarte parado, esperando
la respuesta del Señor. Se trata de moverte, de buscar, de llamar y de pedir. Y
de ponerte en marcha en la medida que buscas, llamas y pides, con la confianza
de que el Señor te escucha y te responderá.
Gracias, Señor, por tu infinita paciencia y
Misericordia; gracias por iluminar mi camino cada día para que sepa discernir
el bien del mal, y por tener la inteligencia y voluntad para, evitando el mal,
hacer el bien. Y, gracias, Señor, por sostenerme firme en querer seguirte.
La fe es un don de Dios, pero un don que se le da a aquellos que lo buscan y lo piden. Porque, en tu vida tendrás lo que tú hayas buscado, hayas querido y hayas pedido. La petición implica esfuerzo, búsqueda y trabajo. No con los brazos cruzados esperas recibir. La fe te exigirá camino, lucha y, sobre todo, pruebas, que descubrirán y darán valor a tu fe.
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Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.