De nada te vale hacer muchas
cosas en la vida —incluso buenas— si no están movidas por un amor y una
compasión desinteresados. Solo lo que nace del corazón, buscando el bien de los
más pobres y necesitados, cuenta en el Reino de los Cielos.
Me quedo asombrado cuando
caigo en la cuenta de tu Infinita, Señor, Paciencia conmigo. Soportas todas mis
faltas, mis indiferencias, mis olvidos, mi soberbia, mis egoísmos, y mis
rechazos, tendiéndome tu Mano, Señor, y esperando mi regreso. ¡Gracias, Dios
mío!
Todo lo que no incluye
gratuidad y compasión, por amor, se queda aquí abajo. Tu tesoro, pues, no está
en hacer muchas cosas grandes y de éxito, sino en dar lo que realmente puedas
en favor de aquellos que más lo necesitan. Y darlo tal y como lo has recibido
de tu Padre Dios, gratuita y de manera desinteresada. Solo así tendrá valor en
el Reino de los Cielos.