Esa
Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Dios encarnado se hizo Hombre,
con la misma naturaleza nuestra, para padecer y sufrir como un hombre. Tomó la
naturaleza humana igual que cualquier hombre menos en el pecado, para
indicarnos desde nuestra humanidad el camino a seguir.
Significa
que, si Dios lo hizo así en su Hijo, tú y yo, de naturaleza humana también
podemos hacerlo. Podemos, porque no estamos solos. Nuestro Padre sabe de
nuestras debilidades y nos ha protegido. Tenemos el auxilio y la asistencia del
Espíritu Santo, que nos ayuda a luchar y superar los dificultades.
Si nosotros pensamos que nos es
imposible, para Dios no hay nada imposible. Así lo ha dejado demostrado en la
encarnación y en el embarazo de Isabel, la madre de Juan el Bautista. Así se lo
hizo saber a María en la anunciación.
¡FELIZ AÑO NUEVO!