El
camino es exigente y con solo nuestras fuerzas no podremos vencer las
dificultades y durezas de este camino. El diablo – más fuerte que nosotros –
está al acecho y nos puede. Sin embargo, unidos al Señor y abierto al Espíritu
Santo, vencemos seguro.
Se
hace, no solo necesario sino imprescindible, caminar por este mundo injertado,
como el sarmiento a la vid, a Jesús para conseguir la Gracia de superar todas
las adversidades, dificultades y obstáculos que mundo, demonio y carne nos
tienden.
Jesús
es nuestra esperanza y la Buena Noticia. No sólo nos sana y nos salva sino que
nos ofrece la plenitud gozosa de felicidad eterna. Luego, todo lo que podamos
conseguir en este mundo caduco, si no está dirigido e injertado en Él es vano y
basura. Él es la Vida Eterna en plenitud.
Poner
como objetivo de mi vida alcanzar la felicidad plena y eterna es aprender,
abierto a la acción del Espíritu Santo, a discernir lo realmente bueno y
separarlo de lo malo, de lo que mata el alma.
En la audiencia de hoy, el Papa Francisco nos habla de lo importante que es el discernimiento. Discernir donde está el bien - no mi bien - y buscarlo, esforzándonos en realizarlo, es el máximo y gran objetivo de la vida. Porque, ese es el único y verdadero Tesoro - el amor - donde se esconde nuestra plena felicidad eterna.