lunes, 19 de junio de 2017

Por experiencia, sabemos que los violentos no razonan ni cambian su proceder con razonamientos. Por desgracia observamos muchos actos violentos donde se abusa y, escondidos en el grupo y el anonimato, de muchas personas. Se pierde la razón y se nubla la mente por fanatismos deportivos o ideológicos.

Ante toda esa espiral de violencias, el cristiano debe responder pacíficamente y buscar la concordia, la reflexión y la paz. Incluso, a pesar de no obtener resultados. En todo caso debe evitar enfrentamientos y buscar situaciones y ambientes donde el diálogo y el sentido común hagan presencia.

Esto no consiste en retirada, sino en retomar la actitud de manifestarse abierto al perdón con firmeza y decir las cosas claramente y decididamente. Siempre guardando la paz y la serenidad, y tratando de provocar ambiente reflexivo y sereno donde se busque la verdad.

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