La buena vida,
comodidades y el disfrute representan un gran peligro cuando nos llevan a
olvidarnos de quienes sufren y lo pasan mal. Nuestro tiempo pasa pronto y si no
lo gastamos en darnos por amor a los que más lo necesitan, nuestra vida será
baldía.
Soy consciente de mis debilidades y de mis pecados. Consciente de que
cada paso de mi vida trae consigo también una tentación. Líbrame, Señor, de
perder tu camino y dejarme imbuir por las seducciones y tentaciones de este
mundo.
No somos mejores que otros y, sin embargo, hemos recibido muchos bienes que posiblemente no merecemos. Podíamos muy bien haber nacido pobres, en otro lugar conflictivo y con guerras…etc. Está claro que podríamos ser de los que viven pobremente y carecen de lo necesario. Pero, nuestra realidad, por la Gracia de Dios, es otra. Has recibido más, no para vivir egoístamente sin mirar a los que lo pasan mal. Eso nos llama a compartir con los lázaros que tocan a nuestra puerta. Porque, llegará el momento de que tu vida…
Y lo que verdaderamete importa y saber a donde vamos a ir - porque nuestra vida sabemos con certeza que tiene su final - y, en consecuencia, preparar ese lugar porque será eterno. Ya Jesús, sabiendo nuestras esperanzas y deseo nos anuncia que ha ido a prepararnos un lugar en la Casa de su Padre (Jn 14, 1-12).