Jesús llamó la atención
porque sus Palabras llegaban al corazón de los que le oían. No eran como otras
palabras, sino que tenían cumplimiento en la vida de la gente de cada día. Lo
qu Jesús decía se cumplía y de esa coherencia palabra – vida nacía su
autoridad.
Una autoridad desconocida,
nueva y gozosa. El corazón se llenaba de vida y de gozo: «El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a
proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la
libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor».
Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se
sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en Él. Comenzó, pues, a
decirles: «Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír». Y todos daban
testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que
salían de su boca. Y decían: « ¿No es éste el hijo de José?». Él les
dijo: «Seguramente me vais a decir el…