Buscamos el tesoro de la
felicidad en el mundo en el que vivimos. De alguna manera es lógico que así
sea. Pensamos y vamos descubriendo que en el mundo hay muchas cosas que nos
hacen felices y que nos gustan, pero, al mismo tiempo vamos experimentando que
son temporales.
Pronto empezamos a darnos
cuenta que las felicidades que podamos encontrar en este mundo no permanecen.
Hoy podemos estar alegres y felices, pero mañana todo puede cambiar y aparecer
la tristeza y la infelicidad. Y nos
cansamos de buscar ese tesoro que nos mantengan felices siempre.
Entonces, puede ocurrir dos
cosas: 1ª Nos rendimos y optamos por adaptarnos a lo que nos ofrece el mundo
resignándonos a lo que llamamos suerte nos depare. Y 2ª tratamos de ponernos en
camino pidiendo, buscando y llamando a quien nos puede dar la fe y la esperanza
de una verdadera y única Vida Eterna.