Irremediablemente
cuando reflejamos el amor y la misericordia que recibimos y se nos da
gratuitamente de nuestro Padre Dios, nos convertimos en sal y luz para nuestro
ambientes y lugares particulares donde en cada instante se desarrolla nuestra
vida.
Quiero, Señor,
vivir en tu Voluntad, pero sé que soy débil y solo con mis fuerzas me será
imposible. Dame paz, paciencia, sabiduría y fortaleza para soportar la adversidad
y los obstáculos que tratarán de impedirme que haga y viva en tu Voluntad.
Amén.
En lo más profundo
de nuestro corazón se esconde un deseo de ser sal y luz para este mundo donde,
por ahora, vivimos. Y digo por ahora porque nuestra meta no se queda aquí,
estamos llamado a otro mundo donde la muerte está vencida y la eternidad
prevalece. Por eso, aunque no lo percibamos con claridad deseamos amar, dar
sabor, alegría y paz a la vida y ser capaces de perdonarnos. En el fondo de
nuestro corazón hay reminiscencias de sal y luz.
No se nos ha
ocurrido pensar que gracias a la oración de muchos, monjes y monjas, como nos
dice el Papa, el mundo se sostiene, a pesar de su decadencia, en un equilibrio
donde Dios está presente. Y, en y por la presencia de Dios, la salvación está
cerca y en nuestras manos gracias a la Infinita Misericordia de nuestro Padre
Dios que nos perdona y nos libera de la esclavitud del pecado.
Hay momentos que,
al menos yo, me sorprendo por el equilibrio en el que el mundo se sostiene. Un
mundo que le da la espalda a Dios y en donde parece que lo que importa es el
éxito, la fama, la riqueza y el poder. Dios ocupa un lugar secundario, sobre
todo en los estamentos de poder y eso se nota mucho en el mundo que habitamos.
Sin embargo, el
mundo guarda su equilibrio y Dios, a pesar de ser rechazado en muchos lugares
está siempre presente. Igual que sucedió con Jesús en su tiempo, hoy, a pesar
del rechazo, nuestro Padre Dios sigue actuando en el mundo. Y la oración, como
nos dice el Papa hoy, de muchos monjes y monjas es la consecuencia de ese
equilibrio. Demos gracia a Dios y nos añadimos a esa oración. Amén.