Ocurre que aspiramos a vivir en grandes ciudades. Los
grandes proyectos se asocian a grandes núcleos poblacionales. Incluso, los
sencillos de pueblos son poco valorados y rebajados a paletos o ignorantes.
Pero al final, se impone lo sencillo, la tranquilidad y lo
transparente. La gente empieza a huir de las grandes urbes. La contaminación,
los atascos, las prisas y complicaciones rompen la armonía de las familias y
aceleran el ritmo de la vida.