La
vida es un camino, pero ¿a dónde nos lleva? Porque, tras el éxito, fama, poder,
riqueza, placer y todo lo que deseas conseguir, la muerte es la único cierto
que sabemos y que nos espera. Luego, ¿y después? ¿Qué camino nos espera? Jesús
nos lo dice, Él es el Camino.
Ven
Espíritu Santo, llena toda mi vida y la de mi familia. Despierta y aumenta la
fe de mis hijos, sus cónyuges e hijos – mis nietos – y derrama en todos
nosotros la Gracia de la fe para que nuestros corazones sean transformados y
convertidos. Amén.
Crecer
en la fe y, por consiguiente, en conversión, exige seguir a Jesús y, desde su
cercanía, su Palabra, fortalecido en su alimento espiritual tomado en la
Eucaristía. Solo así podemos enfrentarnos con garantía a las seducciones y
tentaciones de este mundo.
A
veces observas como alguien, diariamente, camina larga distancia para asistir a
algo concreto y te parece encomiable. Puede ser que también lo haga por interés
y conveniencia, pero, de cualquier manera es meritorio y exige esfuerzo. Y eso
te da un buen testimonio.
Posiblemente,
quien lo hace no lo advierte, pero su testimonio queda ahí para aquellos que,
sí lo advierten y lo recogen como buen testimonio. De la misma manera, tus
buenas obras son vista por algunos que, aunque tú no lo adviertas, son buenos
testimonio para otros.