La
mentira se descubrirá por sus propios frutos. Frutos mal olientes, podridos y
corruptos. Frutos que dejan la huella del mal, del pecado y de la mentira.
Frutos que serán destruidos por la verdad y la buena semilla.
Dame,
Espíritu de la Verdad, la capacidad de reaccionar siempre con la verdad ante la
mentira, ante la violencia, la calumnia, la impaciencia, el pecado, la
tentación… Para que siempre, Espíritu Santo, esté abierto a tu acción e
impulsos. Amén.
La vida te ofrece muchos caminos, pero, aunque, a
simple vista, muchos parecen buenos y prometen felicidad, las apariencias
engañan. No todos son malos, pero, solo uno es auténtico, bueno y esconde la
salvación, felicidad eterna. Y no está oculto, está delante de ti. Abre los
ojos para que puedas verlo, se te está mostrando, pero ¡cuidado!, quizás el
ruido, el mundo, el demonio o la carne te están impidiendo verlo.
Cada momento de nuestra vida tiene su misión, su
papel y su actuación. Por eso, no sobra nada y cada instante es oro. Porque, lo
de hoy no se podrá hacer mañana. Pedro, recibe esa lección del Señor descubriéndole
que sucederá en su vejez. ¿Y nosotros?
Es el momento, nuestra ancianidad, nos limita y
nos muestra nuestra pequeñez, nuestra simpleza y criatura de Dios. Él, el
Señor, sigue estando ahí, siempre eterno y poderoso. Nosotros a sus pies,
postrados ante su Poder y Amor Misericordioso.
Hoy el Papa Francisco nos habla del momento de la
vejez reflexionando sobre esa conversación de Jesús con Pedro. Nuestra vida
pasa por etapas y cada etapa condiciona nuestra manera de actuar, pero, a pesar
de eso, Dios, nuestro Padre, se mantiene firme e inmutable. Y eso debemos
tenerlo muy presente.