Sucede que, instalados y bien cómodo, no queremos salir de nosotros mismos y cambiar nos supone un gran esfuerzo. Estamos apegados y
dependientes de muchas actitudes y hábitos, y nos cuesta decidir y
desprendernos de ellas. Necesitamos reconocernos esclavos para salir de ahí.
Cuando uno se siente cómodo no desea ni necesita cambiar. A
veces, las comodidades y los placeres de la vida, así como nuestras ambiciones
y proyectos son lo suficientemente fuertes para invitarnos a prescindir de
Jesús y rechazarle. De ahí la sentencia de “es más difícil que entre un rico en
el cielo que un camello pase por el agujero de una aguja.
En estos últimos
Evangelios se nos invita a estar expectantes y vigilantes. Necesitamos
descubrir que hemos sido creados para ser felices eternamente. Y eso solo lo
podemos lograr en Xto. Jesús. Él es el Señor, el Camino, la Verdad y la Vida. Y
sin Él no hay sino tristeza y condena.