sábado, 31 de octubre de 2020


En el Evangelio de hoy sábado, Jesús nos deja muy claro el inconveniente de ser prepotente y vanidoso. Nos lo explica muy bien en la parábola del convidado a la boda. Y nos enseña que la humildad es la puerta para llegar al corazón de las personas.

El acceso al único y principal banquete – el que interesa a todos – aunque muchos lo ignoran e incluso dan la espalda a esa invitación, exige la etiqueta de ese traje de la humildad. Es el traje exigido y obligado y revestido de otro seremos expulsados. Por eso conviene ser humildes.

De nada nos sirve ocupar los primeros puestos e ir por la vida dando esa imagen que, quizás no somos, y reclamando admiración y privilegios si luego, al final de tu vida, te reclaman tu lugar verdadero y a ocupar el puesto que verdaderamente debes ocupar según tus obras. Será cuestión de reflexionarlo profundamente.

viernes, 30 de octubre de 2020


Es bueno que el sábado se descanse, pero nunca el descanso puede someter el bien del hombre y esclavizarlo bajo la norma o la ley. La intención del descanso es para pasar, en un clima de serenidad y paz, un espacio de tiempo con Dios y adorarle.

Pero, nunca, olvidar las necesidades del hombre a pesar de ser sábado. Porque, la mejor oración es servir al hombre, precisamente por amor a Dios. Por tanto, Jesús, que lo sabe, nos corrige precisamente curando en sábado para decirnos que el hombre está antes que la ley.

Y es que resulta que somos muy propensos a dirigir y poner normas y leyes que limiten a otros hasta el punto de olvidarnos de lo puramente importante y esencial, nuestro diálogo, oración y adoración, en un clima de serenidad y tranquilidad con nuestro Padre Dios.

jueves, 29 de octubre de 2020

Todos, hasta los más alejados, hemos experimentado el deseo de amar. Y eso nos descubre que somos semejantes a Dios y que amamos hacer el bien. Pero, el pecado nos confunde y nos pierde destruyendo nuestros buenos sentimientos y deseos.

También, en muchas ocasiones se apodera el miedo de nosotros y las amenazas del fracaso, del dolor, sufrimiento y muerte nos paralizan e impiden nuestro avance. Se hace necesario superar esos obstáculos y seguir adelante, porque en este mundo no se encuentra lo que buscamos.

Y cuando tenemos claro y bien asentado en nuestro corazón lo que realmente es el Tesoro – el amor - que buscamos, descubrimos que lo que realmente somos es amor. Eso nos descubre que somos hijos de Dios, nacidos por su Amor y semejantes a Él. Y a Él vamos, porque del Él también hemos salido.

miércoles, 28 de octubre de 2020

 

Jesús está unido al Padre. Sabe que su misión es cumplir su Voluntad, y se mantiene en contacto diario con Él – oración – porque, de Él recibe la fortaleza y la luz para realizar la misión encargada. Por eso, previo a la elección de los apóstoles, pasa la noche en diálogo con el Padre.

Su testimonio de vida nos descubres también a nosotros como debemos caminar tras Él. La oración será el caballo de batalla de cada día y, sin ella correremos el peligro de caer en manos del príncipe del mundo. Por tanto, aprendamos de Jesús y tratemos de imitarle.

Ahora, nos toca a nosotros continuar esa misión que Jesús ha dejado a su Iglesia. Porque, nosotros somos iglesia. En la hora de nuestro bautismo hemos recibido al Espíritu Santo y con Él encontraremos las fuerzas y la luz para anunciar también nosotros la Buena Noticia. Amén

martes, 27 de octubre de 2020


Jesús compara el Reino de Dios con esa semilla pequeña e insignificante que hundida en la tierra muere, germina y se hace enorme. Un árbol grande donde las aves vienen a anidar. Indudablemente, de lo pequeño nace lo grande.

Igual ocurre en nuestro corazón. Dios ha plantado la semilla del Reino dentro de ti, y si la cultivas, la abonas y la riegas con el agua de la oración, esa semilla de amor crecerá y mirará hacia arriba, a los cielos buscando la felicidad – sus frutos -  y la Vida Eterna. 

Es decir, el Reino de Dios está en ti, porque, Jesús – Reino de Dios – ha venido a anunciarnos esa Buena Noticia y, entregando su Vida, muriendo y Resucitando, nos hace partícipe de ese Reino, rescatándonos de la esclavitud del pecado y avivando esa semilla que vive dentro de nosotros en nuestros corazones.

lunes, 26 de octubre de 2020


Resulta que, cuando el hombre se cree grande, e incluso en nombre de Dios, pone leyes, se olvida de que el amor a Dios va unido también al amor al hombre. De modo que, poner una ley para glorificar a Dios olvidándote del hombre produce contradice al amor de Dios.

Porque, ocuparme de Dios y poner leyes para honrarlo, despreocupándote del hombre, no es honrar a Dios, sino contradecirlo. Ya que amar y glorificar a Dios es amar al hombre. De modo que, cuando alivias el dolor del hombre das un fuerte abrazo a Dios.

Por todo ello, las leyes y normas tienen que dirigirse al bien del hombre y darle prioridad. Incluso si se trata de un sábado, pues, el descanso de Dios es ver el bien y la justicia y la paz entre los hombres. Amén