Para seguir a alguien
incondicionalmente hay una sola prioridad: seguirle sin condiciones. Por eso, ante la decisión del compromiso de seguirle, tienes
que saber a lo que tienes que renunciar. Y decidido esto renunciar a todo por
él.
Pero no es fácil y llegado el momento se hace duro y
difícil. De tal forma que necesitas ayuda exterior, y cuando se trata de
vencerte a ti mismo, nadie te podrá ayudar excepto la Gracia de Dios.
Seguir a Jesús exige renuncias, pero renuncias
irrenunciables desde nuestra naturaleza humana. Por eso necesitamos la
asistencia y la Gracia del Espíritu Santo, porque sin Él no podemos seguir al
Señor.