En la elección de Jesús
observamos que todos aquellos a los que Jesús se dirige estaban expectante y
como esperando una liberación. Da como la sensación que es la actitud que
precede al Evangelio del domingo, la actitud que debemos tener, la de estar
vigilantes.
La llamada se produce a aquel que ya ha
sembrado en su corazón la actitud de disponibilidad. Aquel joven rico – Mc 10,
17-27 – estaba acomodado y cumplía los mandamientos, pero, quizás como algo
acostumbrado y habituado. Igual estaba instalado en la superficialidad y en una
fe pasiva, sin esperanza de crecimiento.
Me ocurre a mí igual. Porque,
puedo preguntarme, ¿actúo por amor o porque me siento una persona buena y busco
ser reconocido como tal? Verdaderamente, ¿estoy expectante, vigilante y atento
a la escucha de la Palabra y a crecer en mi fe? ¿Y eso me ayuda a comprometerme
en ser perfecto como mi Padre celestial es perfecto?