El Evangelio de hoy nos narra un episodio en que los
apóstoles experimentan ese miedo a la muerte, a las consecuencias que pueden
derivarse de esa tempestad y, sin saber qué hacer, recurren a Jesús, porque lo
tienen cerca y, creyendo que duerme le despiertan pidiéndole auxilio.
Ese Evangelio puede representar muy bien una estampa
común y frecuente de nuestra vida. Porque, navegamos en una barca que atraviesa
por muchos mares que le dificultan su travesía. Una veces será la enfermedad,
otras los accidentes, otras nuestras propias pasiones y pecados.
Cada momento es muy importante y esas situaciones
tratamos de salvarlas como podemos. Sin embargo, muchas situaciones no sabemos
ni tenemos soluciones y experimentamos miedos y espanto. Entonces, es muy
importante no olvidar que Jesús, aunque parezca dormido, está a nuestro lado y
dispuesto a echarnos una mano.