También nosotros,
por la Gracia de Dios, crecemos en una familia, y nuestra vida transcurre
normal: crecimiento, educación y… etc. Quizás no nos damos cuenta pero somos
privilegiados al tener unos padres que se cuidan de nosotros y nos dan la
oportunidad de crecer y formarnos.
Gracias, Señor,
por todo lo recibido cada día durante este año que ahora termina. Gracias,
Señor, por tu perdón y Misericordia Infinita y porque miras para otro lado
olvidándote de mis pecados e infidelidades. Gracias por tu acompañamiento, por
valorar mis pequeñas virtudes y cosas buenas y perdonar mis egoísmo y pecados.
Experimentamos
quizás sensación de cansancio, de aburrimiento, de rutina al hacer siempre lo mismo y
desvaloramos el tesoro que tenemos y el que podamos encontrar. Porque, dentro
de nosotros hay un gran Tesoro que, en el camino de nuestra vida podemos y
debemos descubrir. Para eso es el tiempo de crecer, de formarnos y descubrir
que nuestra mayor felicidad está en encontrarnos con nuestro Padre Dios. Eso da
sentido a nuestra vida y nos saca del tedio de la rutina y monotonía.
No menos importante que colocar el Evangelio junto al lecho es que allí esté también la limosna. Si pones allí el Evangelio sin hacer nada, no te aprovechará de nada. Pero si tienes también esa arqueta, tiene ahí una arma contra el diablo (CJ – Cuadernos – 234 – Ricos y pobres en el Nuevo Testamento – José I. González Faus).