Ser fiel a Jesús exige un compromiso incondicional y total. No se puede elegir el camino más cómodo o más corto sino el verdadero y único Camino, que precisamente lo señala Jesús con su estilo de Verdad y Vida hasta el extremo de darlo todo incondicionalmente.
Es verdad que hay momentos en los que todo va a favor de la corriente y, en esas circunstancias, seguir a Jesús se hace fácil, pero, también, sucede que hay otros momentos en los que aparece la oscuridad y la huella de Jesús no se ve con claridad y se pierde.
Lo verdaderamente importante es, tanto en unos momentos como en otros, no vaciarnos nunca del Señor. Porque, todo, en lo bueno y en lo, aparentemente, malo la mirada del Señor está presente. Y nada sucede sin que Él no lo permita. Y si lo permite será para nuestro bien aunque nosotros no lo comprendamos.