Muchos han pretendido transmitir sus mensajes no siendo ellos coherentes con los mismos. Debemos saber que si dices una cosa y haces otra, tu palabra no tiene autoridad sino que deja duda, desconfianza e inseguridad. La autoridad verdadera va en sintonía con la misma vida.
Otros quieren imponer su autoridad a base de fuerza, leyes y castigos. Es la autoridad del miedo que siempre termina mal. Porque, la autoridad nunca se impone, sino se propone. Y cuando esa propuesta es auténtica, verdadera y se corresponde con la vida misma, la autoridad aparece y se manifiesta.
Jesús enseñaba con autoridad porque su Palabra y su Vida iban al mismo ritmo y se correspondían la una con la otra. Jesús desprendía asombro y admiración. Sus Palabras y su Vida transmitían verdad y justicia. No condicionaba sino se daba y ofrecía con humildad y en verdad. ¡Claro!, su Palabra siempre tenía cumplimiento.