Es de necio no
darse cuenta de la realidad. Es verdad que el mundo tiene argumentos,
seducciones y tentaciones que nos atraen, nos pueden y nos seducen. Pero,
también tenemos una razón y conocimiento para darnos cuenta de que detrás de
todo eso solo hay perdición.
Lo que busco y
persigo, Señor, es tener un corazón, al menos, parecido al Tuyo. Un corazón
capaz de amar gratuitamente y ponerse al servicio de los más pobres y
necesitados. Eso te pido, Señor, un corazón como el Tuyo
Nos avala la experiencia de lo que vemos a nuestro derredor. Todos nuestros éxitos, fama, poder, dinero y satisfacciones de este mundo se quedan aquí. Y el tiempo pasa más rápido de lo que creemos. Nunca nos hemos preguntado: ¿Y después qué? ¿Dejamos todas nuestras ansias de felicidad en manos del mundo? ¿Sabemos a lo que jugamos y lo que nos jugamos, valga la redundancia?