Todos, aunque
posiblemente sin darnos cuenta o no ser muy consciente de ello, buscamos la
felicidad eterna. Queremos ser felices eternamente. Pero, ¿qué es ser feliz?
Precisamente eso, no sentir hambre ni sed y, en consecuencia, no tener que
comer ni beber.
En ti, Señor,
quiero poner toda mi confianza. Dame esa capacidad de estar disponible a tu
llamada, a tu servicio para hacer tu Voluntad en cada instante de mi vida.
Necesito tu Gracia, Dios mío, para hacer tu Voluntad. Amén.
Es decir, estar
saciados satisfechos, felices y libres. Porque el hambre y sed te exigen
esfuerzo, búsqueda y exigencias para poder subsistir. De alguna manera eso te
impide ser plenamente feliz. Te sientes sujeto a esas necesidades que te
impiden sentirte libre. Ser feliz implica sentirte saciado hasta el punto de no
desear nada más. Supongo que eso lo experimentaremos junto y en la presencia de
nuestro Padre Dios. Plenamente felices hasta el extremo de no desear nada más.
No se trata dar sino
que lo verdaderamente importante es darse. Puedes convertirte en una buena
persona que das y que cuando llegas te confunden con esa buena persona, con un
repartidor de cosas buenas, pero no llega el contagio de tu fe.
Ser cristiano va
más allá, no se trata de llevar una noticia de un lado a otro, que no es que
sea malo, pero no es lo que contagia la fe. Ésta se contagia cuando quien la
vive transmite su fe con sus actos y vida.
Por eso, más que
dar noticias que sí, algunas son convenientes y necesarias, anunciar consiste
en dar de ti lo que tienes y puedes. Tu vida, tus sentimientos de fe, tus
testimonios y relación de cada día con
el Señor, tus momentos donde tienes presente al Señor… Se trata de ser
transparente y dejar pasar la luz de tu fe en el Señor, de tal forma que pueda
alumbrar a otro.
Hay una lucha a
muerte entre nuestra alma y pasiones. La virtud de la templanza nos ayuda a
moderarnos, a sostenernos en equilibrio y a no dejar que nuestras pasiones nos
inclinen a la desmesura, desorden, extravagancias e inmoralidades. Busquemos
siempre actuar con templanza como nos dice el Papa Francisco.
Actuar con templanza es ser equilibrado, conscientes de tus pasiones, de las inclinaciones que pueden desequilibrarte y distorsionar la realidad de tu propio ser y ver lo que realmente no es ni hacer lo que no debes de hacer. La templanza nos ayuda a dominarnos y a dirigir nuestras pasiones de forma correcta y moral. Hoy, el Papa Francisco nos habla de esta virtud.