La vida no consiste en ganar siempre, porque en muchos
momentos conviene perder para saber ganar. Porque no gana quien consigue más
trofeos, más éxitos y parece ser el primero, sino aquel que llega al fondo del
corazón del otro y le descubre que el mejor trofeo es el amor desinteresado y
puro.
En el camino de tu vida descubres que lo verdaderamente
importante es tener amigos. Pero no amigos que alaban tus éxitos, tu dinero o
poder, sino aquellos que admiran tu entrega, tu disposición y valoran tu
compañía y tu servicio desinteresado y misericordioso.
Luego, en la
experiencia de tu propio camino experimentas que sí, ese es el verdadero camino
del éxito. Y empiezas a darte cuenta que el gozo y la felicidad no está en
alcanzar los primeros puestos, sino esperar y facilitar que otros lleguen
también a la meta del amor. Luego experimentas que perder la vida en este mundo
es ganarla para el verdadero que nos espera.
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