Siendo
consciente de mi debilidad, le pido al Señor que me sostenga en su camino y que
me dé fortaleza, paz y sabiduría para resistirme a las seducciones que este
mundo me ofrece y con las que, aprovechando mi debilidad, quiere apartarme del
Señor.
Gracias,
Madre, porque tu humildad y sencillez han abierto un camino por el que podemos
llegar, en y por ti, a tu Hijo, nuestro salvador y redentor. Gracias por ser tú
camino para llegar y conocerle. Amén.
No es fácil caminar por este mundo. Y, peligroso hacerlo solo, creyendo que te bastan tus propias fuerzas. Mundo, demonio y carne están presente en tu vida y, uno, el demonio, conoce tus debilidades y sabe como seducirte. Ahora, unido al Señor, vencerás.
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