Ella es un gran icono, el primero después de su Hijo, que nos enseña y nos alumbra el camino para seguirle. Ella es la Madre que nos habla, con su vida y ejemplo, del Amor y Misericordia de su Hijo, y con su testimonio nos pone en ruta y en camino de encontrarnos con su Hijo, el Mesías prometido.

Ella bendecida por Dios, llena de Gracia e inmaculado corazón es la Madre que nos acompaña y nos guía hacia el encuentro con su Hijo, y nos enseña a guardar en nuestros corazones todas aquellas cosas que nos perturban y nos confunden confiados en que nos serán desveladas.

Ella es la Madre obediente que nos enseña a obedecer y a confiar en la bondad de su Hijo, el Hijo de Dios, y a perseverar en la esperanza de sabernos salvados y liberados de la esclavitud del pecado, de la mentira y de todo aquello que nos lleva a la perdición.