No puedes quedarte
al margen y pasar de largo. Es verdad que eso te complicará la vida, pero esa
es la cruz que tienes que abrazar si quieres seguir a Jesús. El amor se demuestra,
no con palabras sino con hechos. Callarte sería mirar para otro lado.
Llena mi espíritu,
Señor, de fortaleza y voluntad para que nunca deje de buscarte y siempre me
esfuerce en vivir según tu Voluntad. Dame sabiduría y paz para sostenerme firme
en la fe de creer que Tú, mi Señor, eres el Hijo de Dios vivo. Amén.
No es cuestión de ponerte en guerra con los que viven en la mentira, sino cuestión de sostenerte en la verdad y anunciarla. Cuando proclamas el amor están proclamando verdad, justicia y bondad. Hablas de misericordia, comprensión y humildad. Y todo se ve de otra manera con ojos de paz, de justicia y verdad.
Anunciar exige salir a los caminos y proclamar la Buena Noticia que Jesús nos ha anunciado. Una Buena Noticia que se fundamente en el mismo. Jesús es la Buena Noticia y, como Él, nos exigimos salir, con el riego que eso supone, a anunciar que Dios, nuestro Padre, el nuestra única y verdadera salvación. Y eso supone estar unido a Él por medio de una perseverante y permanente oración como nos dice el Papa Francisco.
Cada cual según sus posibilidades y talentos recibidos. Seguir a Jesús demanda imitarle y hacer todo lo que está de nuestra parte. Es verdad que no debemos desesperar por no poder hacer lo que nos gustaría hacer. Somos débiles pero si debe ser prioridad esforzarnos en anunciar con nuestra vida que Jesús es el Hijo de Dios.
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