Jesús se deja ver,
tocar, oír, sentir y gustar. Es un Mesías de los cinco sentidos y de la
liberación. Los que le siguen ven y experimentan que al tocarle quedan curados,
y le escuchan, lo sienten cercano y gustan de su presencia. Es el Dios que
queremos.
Señor, me has dado
la vida y anunciado tu Amor Misericordioso. No dejes ahora que me pierda y que
el mundo, demonio y carne me seduzcan y me alejen de tu Amor Misericordioso. Dame
la sabiduría de encontrar el camino que me lleva a Ti. Amén.
No es un Mesías lejano, misterioso y justiciero. Acoge, perdona, comprende, cura y, sobre todo, perdona nuestras faltas y pecados. Lógico que la multitud, sobre todo los pobres, carente de todo y sin nada que ofrecer le busquen y le pidan que les cure. También nosotros busquemos a Jesús desde la pobreza de nuestro propio ser.
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