Es el reto, la
prueba y la asignatura de cada día: Amar al estilo no del mundo ni de los
intereses para el éxito, fama o poder. Amar porque Dios nos ama y como servicio
gratuito tal como lo recibimos de nuestro Padre Dios. Ahí se esconde la
felicidad eterna que buscamos.
Ese es mi reto,
Señor. Tú lo sabes porque es lo que vive dentro de mi corazón. Enséñame a vivir
según tu Voluntad y a actuar en cada instante de mi vida como lo haces Tú. En
tus manos, Señor, me pongo. Amén.
No busque otra alternativa que se acomode a tus intereses, a tu manera de entender la vida o a tus propios egoísmos. El amor es el servicio y el poder más grande que pueda existir. Y de ese poder estás revestido cuando tus esfuerzos van dirigidos a permanecer en el Señor. Él es la fuente de agua viva que salta hasta la Vida Eterna. En Él experimentamos que, por su Gracia, podemos amar con misericordia.
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