A lo largo de
nuestra vida estaremos sometidos a muchos peligros. Cada etapa tendrá sus
menesteres y también sus propios peligros. Y en la medida que vayamos creciendo,
también irán creciendo los peligros y tentaciones que acrecientan la dificultad
de nuestro camino.
Señor, me
confianza y esperanza aumenta y descansan en tu Amor Misericordioso. Sé, por mi
fe, al menos eso me tranquiliza y me da mucha esperanza, que Tú sabes lo que
pienso y el mayor deseo que vive en el fondo de mi corazón, tal es hacer tu
Voluntad. Amén.
Lo importante en este camino no será las diferentes muertes, tanto físicas como morales, que vayamos sufriendo, sino la de conservar nuestra alma - donde reside nuestra capacidad de responder a Dios - con la que nos relacionamos con Él y nos fortalecemos - por su Gracia - para resistir y superar todas esas tentaciones y obstáculos que tratan de seducirnos y apartarnos de Él. Es entonces, si cedemos y nos apartamos del Señor, cuando nuestra alma estará en peligro de muerte.
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