sábado, 16 de julio de 2016



En el Evangelio de hoy, Jesús nos deja claro qué es lo primero y las consecuencias o compromisos que derivan de ese compromiso, valga la redundancia, primero. Porque lo que va delante es la oración, porque el Padre es quien nos salva y nos quiere con locura. Y a Él oramos y suplicamos humildemente.

Pero, no hay segundo sin primero, y lo primero habilita lo segundo. Si amas producirás frutos de amor, porque nadie planta rábanos para recoger plátanos. Si cultivas el amor, tus frutos serán de amor. Y si has amado al Señor, Fuente del Amor, las obras de tu vida estarán revestidas de amor.

Por lo tanto, primero injertado en el Señor. Atento y contemplativo como María, para luego, llenos de la Gracia que derrama el Espíritu de Dios en nosotros, derramemos los frutos de nuestras obras llenos de su Gracia y su Amor.

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