sábado, 10 de octubre de 2020

 

También nosotros estamos invitados a ser dichosos y bienaventurados. Nos lo dice Jesús en el Evangelio: En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, sucedió que una mujer de entre la gente alzó la voz, y dijo: « ¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!». Pero Él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan».

Nos ha creado y nos ha regalado una vida – viña – para que la cultivemos, la trabajemos y demos frutos. Pero, no cualquier clase de frutos, sino aquellos frutos revestidos de su Amor y que están en sintonía con su Voluntad.

Pues bien, tenemos una Madre que nos sirve de referencia y de modelo. Ella ha sabido humillarse y someterse voluntariamente a la Voluntad, valga la redundancia, de Dios y, con su vida, nos ha señalado el camino para llegar a su Hijo y también ser dichosos y dichosas haciendo su Voluntad.

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