La
cosa está muy clara. Lo verdaderamente importante no es lo que se ve sino lo
que realmente se hace desde lo más profundo de la verdad del corazón. Es ahí
donde están las buenas y verdadera intenciones de los hombres.
Señor, mi
esperanza está puesta en tu infinita paciencia con mis fallos, errores y
pecados. Sé, Señor, que tu Amor me embriaga y me llena de tu infinita ternura.
Y confío plenamente en tu infinita misericordia. Amén.
Desafortunadamente se vive de apariencias y de hacer lo que no eres ni piensas ni quieres sino, simplemente, aparentas ser. Quieres representar la bondad de tus actos escondido en la mentira y apariencias. Pero no debes olvidar que eso, aunque tenga buenos resultados inmediatos, pronto queda al descubierto y tu vida será vana porque perderás la verdadera: La Vida Eterna plena de gozo y felicidad.
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