En muchos momentos de
nuestra vida nos encontramos en la tesitura de elegir un camino u otro.
Siempre, como José, y tras la escucha y reflexión debida, debemos inclinarnos
por el amor y la misericordia.
Señor, pongo mi vida en tus manos y me abro a
tu Palabra para que, asistido por el Espíritu Santo, recibido en la hora de mi
bautismo, mis pasos sean conforme a tu Voluntad, y todo mi hacer y obrar sea
según tu Palabra. Amén.
Cualquier decisión que
tomemos se debate entre dos fuerzas: el bien y el mal. Es evidente que todos
buscamos el bien, pero, quizás cegados por el pecado, elegimos el mal.
Tengamos la paciencia de escuchar, como José, a quien nos alumbra el camino.
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