jueves, 21 de julio de 2016



El Evangelio de hoy nos habla de que Jesús les enseña a los amigos, a aquellos que creen en Él y que tienen oídos y ojos para escucharle y verle. Y les enseña de tal manera que les descubre los misterios del Reino de los Cielos.

Sin embargo, a aquellos que levantan barrera, ponen obstáculos y se resisten a creer, se les niega aun lo poco que tienen. Y sus oídos se cierran y sus ojos se vendan para que oyendo no oigan, ni viendo vean. Y es que su cerrazón les impide dejar entrar la fe. 

No es cuestión de saber o no saber, sino de abrirse con humildad a la acción del Espíritu Santo, para que nos vaya revelando todo aquello que permanece en nuestra oscuridad, iluminándola, y dándonos a conocer todo lo que se nos esconde a nuestro entendimiento por nuestra poca capacidad.

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