En el camino de tu vida
descubres que lo verdaderamente importante no son tus pasos, ni tampoco los
zapatos con los que los vas dando, sino las huellas que vayas dejando. Y eso es
así porque dentro de ti hay dos inclinaciones, una buena y otra mala.
La cuestión es dejar la
buena, porque es la que tú deseas, y apartar la mala, la que todos, aunque
muchas veces la hagamos, nadie la quiere realizar. Pero experimentamos que nos
cuesta vencer y desterrar las malas intenciones y que nuestra humanidad está
sometida al mal.
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