lunes, 17 de octubre de 2016

En la medida que transcurre nuestra vida descubrimos que a pesar de tener riqueza, bienes, poder, salud y belleza, la felicidad no está conseguida con todo eso. Y, es más, nuestra vida no depende de tener o no tener. En cualquier momento podemos perderla por mucho que tengamos.

Luego, nos planteamos, ¿para quién o quiénes será todo lo acumulado? Nuestros planes no se sostienen y se vienen abajo por cualquier causa. Necios somos aquellos que apoyamos la felicidad y nuestra vida en las cosas de este mundo, porque de nada nos sirve.

Sólo nos vale, aunque nos resistamos a creerlo, ponerla en Manos de Dios. Porque lo único que vale es lo que atesoremos lo que realmente es riqueza para Dios. Y eso pasa por ser misericordioso como el Padre. Todo lo demás no sirve para mucho.

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