No es que el catecismo nos descubre esa huella que habita
dentro de nosotros, La descubre el propio hombre en su recorrido vital de su
propia vida. Pero, algunos se enfrentan a ese interrogante y se esfuerzan en
responder, y otros trata de justificarse y miran para otro lado.
Tampoco faltan los que al tratar de justificarse
distorsionan la realidad y rechazan su propia realidad de hijos de Dios. Trata
de borrar esa huella impresa en su corazón y se auto engañan. Caen sometido a
la esclavitud del mundo y de su príncipe, y ciegos se precipitan al abismo.
Pero la esperanza
nunca se pierde porque Dios nos espera y nos abre los brazos. Por eso le
pedimos que envíe obreros a su mies, porque hacen falta obreros para llegar a
todos los rincones y proclamar su Palabra de salvación. La esperanza del hombre
no está en el mundo, sino en su Padre Dios.
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