sábado, 22 de octubre de 2016

La vida de cada persona es un misterio que sólo Dios sabrá entender y juzgar. No somos mejores unos que otros porque tengamos más o menos suerte en la vida. La vida de cada persona es la que es y lo que importa es que sea digna ante Dios.

Digna porque responde a la dignidad, valga la redundancia, de ser hijos e iguales y con los mismos derechos, y, como hijos, vivir en su Palabra y Voluntad. Y sólo seremos rechazados si no nos convertimos. Lo demás sucesos no tienen que ver con nada de esto.

La paciencia de Dios es Infinita y, a pesar de nuestro rechazo o distracción, nos espera y nos da oportunidades para que podamos revertir la situación y convertirnos. Es decir, salir de la sequedad de esta vida insípida y tratar de hacerla fértil y dar frutos.

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