jueves, 9 de febrero de 2017

La fama no se puede esconder. Una vez que la gente se entera de lo que haces, te buscan y procuran conseguir de ti tus favores. No es fácil escapar a la búsqueda e interés de las personas. Eso le pasó a Jesús, que callando su ubicación no pudo evitar ser descubierto. Y fue abordado por las personas que estaba atento a sus pasos.

El Evangelio de hoy nos habla de una mujer siriofenicia. Es decir, extrajera o pagana. No perteneciente al pueblo judío, el elegido. Y Jesús aprovecha la ocasión para probar su fe. Le dice que primero están los hijos del pueblo, pues no está bien quitárselo y echárselo a los perritos.

Pero la mujer no se calla. Argumenta su búsqueda y justifica su interés. Responde exigiendo que también los perritos comen bajo la mesa las migajas de los niños. Sorprendente testimonio de fe que espera y confía en la misericordia y generosidad del Señor.

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