La vida, por más que
intentemos evitarlo, nos presentará momentos de dolor, cansancio y sufrimiento.
Y aunque también nos regale instantes de gozo y alegría, la cruz siempre
regresa de una u otra manera
Señor, quiero ser como
Tú, humilde y misericordioso. Ya sé que me es imposible, pero, con tu Gracia y
la acción del Espíritu Santo, quiero aproximarme lo más posible.
Solo unidos al Señor podremos vivirlo todo —lo penoso y lo gozoso— con esperanza, serenidad y confianza. Hoy, abramos el corazón a sus Palabras de alivio.
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