Seguir a Jesús exige
amar. Pero no cualquier clase de amor, sino un amor que nunca deja de
interesarse por los demás. De manera especial por los más pequeños y
necesitados, hagan lo que hagan.
Señor, también yo soy
una oveja perdida en este mundo lleno de tentaciones y peligros que me amenazan
y buscan apartarme de Ti. Dame la sabiduría, la capacidad de saber discernir y
dejarme encontrar por Ti e ir a tu redil.
Eso, sin lugar a duda, te exigirá misericordia, porque, sin perdón, no hay amor. Y, sobre todo, una relación e intimidad con el Señor que te acompaña en ese camino de amar y perdonar.
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