Siempre ha ocurrido que muchas costumbres terminan por ser
leyes, aun yendo en perjuicio del hombre. Y, lo peor, es que nadie se atreve a
cambiarlas y todos pasan bajo ellas. Jesús, el Señor, las criticas y las pone
en cuestión, y las somete en función del hombre.
Esas tradiciones, costumbres o leyes someten al hombre.
Nadie las mueves y el poder de la época las mantiene según les convenga. Jesús
se enfrenta con la ley del sábado. Hoy, en el Evangelio, les descubre a los
fariseos y escribas de su época que lo importante no son las apariencias
externas ni lo que mancha al hombre externamente, sino lo que sale de dentro
del corazón.
El mal vive en el
hombre, pero no le entra del exterior, sino que habita ya, por el pecado en él.
Su corazón está herido y en él se fragua las malas intenciones del hombre. Eso
es lo que hay que purificar y cambiar, nuestros corazones tocados por el
pecado. Y para eso necesitamos la Gracia de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.