lunes, 28 de septiembre de 2020

También nosotros sentimos compasión por esos pequeños que sufren y nada pueden hacer. Experimentamos un deseo de ayudarles y de aliviarles su carga. Experimentamos un deseo semejante al Señor y eso nos descubre nuestra semejanza con Él. Sí, es evidente que hemos sido creados a su imagen y semejanza.

Es lógico que un padre y una madre quieran a sus hijos por igual. Sin embargo, de haber uno más débil y desfavorecido, los padres se vuelcan con él de forma más intensa. De la misma forma, Dios, nuestro Padre, tiene predilección por los más pequeños e indefensos.

Ser pequeño te exige también se humilde. Sin la humildad se hace imposible hacerse pequeño. Pero, esa pequeñez no guarda relación con la pobreza y debilidad, sino con el deseo de abajarte y poner toda tu fortaleza y poder al servicio de los más pequeños e indefensos por verdadero y libre amor.

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