Los fariseos destacan por tener una vida fundamentada en las apariencias. Les importa lo que se dice y se piensa de ellos hasta tal punto que engañan, falsean o pasan por encima de quien sea con tal de esconder, bajo las apariencias, sus fallos o vicios antes que mostrar la verdad.
Supongo que todos hemos, alguna vez, experimentados el escondernos tras las apariencias. En algunos momentos de nuestra vida hemos tratado de aparentar y de esconder nuestros defectos y hasta nuestros pecados. Posiblemente, la vida sea una farsa llena de apariencias y engaños.
Por tanto, tratemos de quitarnos la máscara y mostrarnos tal cual somos. Tengamos confianza en el Señor y pidámosle que nos dé la fortaleza y la voluntad de llevar a primer plano nuestra verdadera identidad reconociendo nuestros pecados y nuestras limitaciones. En Él podemos irnos perfeccionando. Amén.
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