Ocurre que se pone la vida del hombre al filo de la navaja como consecuencia al incumplimiento de prácticas y normas que nada tienen que ver con el verdadero espíritu del amor respecto a los demás. Porque, lo único importante es que relación con los demás esté revestida de amorosa misericordia.
Y la misericordia exige paciencia, comprensión, humildad, bondad y seguridad. Por lo tanto, no se trata tanto de cumplir sino de amar, pues, quien ama cumple con la Voluntad de Dios. Se trata de amar a Dios y al prójimo y todo lo demás estará contenido en ese amor.
Por tanto, lo verdaderamente importante es la actitud del esfuerzo, auxiliado en el Espíritu Santo, de amar hasta el punto de comprender, soportar, abajarse, ser bondadoso y manso. Pues, es de esa manera como nos ama el Señor, perdonándonos, por su Infinita Misericordia, y regalándonos el gozo de la Vida Eterna. Amén.
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